cuando empezó mi vida nueva? ¿cuándo empezó tu vida nueva? hay un día en que empezó?
Algunos dirán si, hay un día en que damos el primer paso, en que nuestros ojos y nuestras mentes fueron abiertos y el espíritu Santo trajo convicción de pecado a nuestro corazón y por fe recibimos el sacrificio de Jesús para ser justificados y empezar a caminar en dependencia de Él, y tener vida eterna, o quizás fueron abiertos paulatinamente y fuimos entendiendo nuestra situación, aquella de la que el apóstol Pablo habla en los primeros capítulos de su carta a los romanos
En los capítulos 1 al 11, déjeme hacer un resumen:
Lo que merecíamos: juicio e ira de Dios
· “La ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres” (1:18).
· “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles 3:10–12
· “Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (3:23).
· “La paga del pecado es muerte” (6: 23a).
Ese era nuestro destino: vivir lejos de Dios y morir separados de Él. No había salida por nuestras propias fuerzas.
Y en la misma carta encontramos esto:
Lo que recibimos por gracia:
· “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús” (3:24).
· «Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; más cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia; para que, así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro». Romanos 5:20-21,
· “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (5:8).
· “La dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (6:23b).
· “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” (8:1).
¡Qué contraste tan maravilloso!
No recibimos lo que merecíamos, sino un regalo inmerecido.
En vez de condenación, recibimos salvación.
En vez de ira, recibimos amor.
En vez de muerte, hemos recibido vida eterna.
Con esto en nuestras mentes, el apóstol Pablo nos dice en el versículo 1 del capítulo 12, nos dice: por la misericordia de Dios; por todo esto que les vengo diciendo que Dios hizo por nosotros, “Os ruego que os ofrezcáis como sacrificio vivo”.
Que es esto de sacrificio vivo, la biblia el Mensaje incluye este versículo así:
“Toma cada día de tu vida cotidiana; tu dormir, comer, ir a trabajar y tu caminar, y colócalo delante de Dios como ofrenda”
No para conseguir su amor, sino como respuesta a su amor, como respuesta a su gracia.
Cuando hemos nacido de nuevo, cuando entramos a esa vida nueva, no estamos solos.
El mismo Pablo en su carta a los Efesios 2:19 nos dice:
“Ya no sois extraños, ni extranjeros, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios».
Miembros de la familia de Dios y la familia de Dios es la iglesia universal de la cual forma parte la iglesia local, esta iglesia, la familia del Redemptor.
Y entonces tu vida nueva ya no solo es tu relación de dependencia con el Señor, sino que tu nuestra vida nueva también la vivimos de manera comunitaria como parte de esta familia.
Y me encanta el símil que hace el apóstol Pablo de esta familia, dice así:
Romanos 12:4-8 NTV
Así como nuestro cuerpo tiene muchas partes y cada parte tiene una función específica, el cuerpo de Cristo también. Nosotros somos las diversas partes de un solo cuerpo y nos pertenecemos unos a otros. Dios, en su gracia, nos ha dado dones diferentes para hacer bien determinadas cosas. Por lo tanto, si Dios te dio la capacidad de profetizar, habla con toda la fe que Dios te haya concedido. Si tu don es servir a otros, sírvelos bien. Si eres maestro, enseña bien. Si tu don consiste en animar a otros, anímalos. Si tu don es dar, hazlo con generosidad. Si Dios te ha dado la capacidad de liderar, toma la responsabilidad en serio. Y si tienes el don de mostrar bondad a otros, hazlo con gusto.
Pablo en sus cartas a las iglesias, compara la iglesia con un cuerpo, en otra carta dirá, la iglesia es el cuerpo cuya cabeza es Cristo, compara la iglesia como un edificio, bien armado que se va levantando para ser el templo santo del Señor,
¿De qué hablaremos hoy?
En Cristo, somos un cuerpo: distintos en función, unidos en propósito y llamados a servir.”
1. Diversidad en unidad
Quien de nosotros no conoce su propio cuerpo, o al menos lo tenemos visto por fuera, algunos como los del ramo de la salud lo conocen más profundamente, yo soy de las que lo tengo visto por fuera, por eso cuando me hablan de los glóbulos rojos y blancos me viene a la memoria bolitas blancas y rojas corriendo, en esa serie de dibujos “el cuerpo humano.
Todos conocemos nuestros cuerpos vemos que estamos formados por varios miembros, mis pies, unidos a las piernas me sirven para caminar, mis manos unidas a mis brazos me sirven para trabajar, para levantar cosas etc., mis ojos unidos a todos los órganos que lo componen forman el aparto visual y así cada parte del cuerpo tiene una función específica,
Y así como nuestro cuerpo tiene muchas partes, cada una con su función específica, Pablo dice: Así es la iglesia es un cuerpo vivo, formado por personas con una vida nueva, cuya cabeza es Cristo y en la que cada uno de nosotros como miembro tiene una función específica.
La iglesia es una realidad viva, animada por el Espíritu Santo y cada miembro participa de esta vida en común, en el que no todos hacemos lo mismo, pero cada uno es necesario.
Cada uno de nosotros encuentra su significado y función como parte de este cuerpo de Cristo.
Déjame preguntarte:
· ¿Reconoces qué función tienes dentro de la iglesia?
· ¿O todavía piensas que da igual si participas o no?
Si un pie decide no moverse, todo el cuerpo se resiente. Si un ojo se niega a ver, todo el cuerpo tropieza. Y si tú, que eres parte del cuerpo de Cristo, decides no poner en acción lo que Dios te ha dado, la iglesia pierde algo que solo tú puedes aportar.
No necesitas compararte con otros. No tienes que ser ojo si eres mano, ni pie si eres oído. Dios nos dio un lugar único. Y cuando funcionamos en ese lugar, todo el cuerpo gana.
Así que la pregunta es: ¿estás dispuesto a descubrir y vivir la función que Dios te ha dado en este cuerpo?”
2.Además, no solo tenemos una función distinta, sino que también nos necesitamos profundamente… nos pertenecemos unos a otros.”
Cuando Pablo dice en Romanos 12:5: “nos pertenecemos unos a otros”, no habla de propiedad en el sentido humano (como si alguien fuera dueño de otro), sino en el sentido de interdependencia y responsabilidad mutua dentro del cuerpo de Cristo.
La palabra interdependencia significa que ninguno puede vivir aislado ni funcionar solo, sino que dependemos unos de otros de manera recíproca.
No es lo mismo que independencia → donde hago mi vida sin necesitar a nadie.
Tampoco es lo mismo que dependencia → donde todo lo espero del otro sin aportar nada.
La interdependencia es equilibrio: yo te necesito y tú me necesitas; yo aporto lo que tengo y recibo lo que me falta.
En una orquesta, el violinista no puede decir: “como yo soy el que toca más bonito, no necesito al percusionista”. El que toca la flauta no puede decir: “mi instrumento es pequeño, no hago falta”. Cada músico tiene una parte diferente, pero cuando todos siguen la misma partitura, suenan como una sola obra.
De la misma manera, la iglesia solo “suena bien” cuando cada uno aporta su parte y reconoce que necesita a los demás.
¿Cómo estás viviendo tu vida en la iglesia? ¿Como alguien independiente que no necesita a nadie, o como alguien interdependiente que se deja ayudar y también ayuda?
Lo que tú haces o dejas de hacer afecta al cuerpo entero. Si uno se esconde, el cuerpo pierde; si uno se anima y sirve, el cuerpo se fortalece.
Pertenecerse unos a otros, también significa cuidarnos mutuamente, ser parte del bienestar espiritual y emocional de los demás: dar animo a los que están cansados, cuidar de los más débiles, alegrarnos con los que se alegran y llorar con los que lloran, orar los unos por los otros.
En el cuerpo de Cristo, no hay ‘tú por tú lado y yo por el mío’. Nos necesitamos mutuamente, porque nos pertenecemos unos a otros.
Si nos pertenecemos unos a otros, eso significa que no puedo guardar para mí lo que Dios me ha dado.
3.Por eso Pablo continúa diciendo: ‘Dios, en su gracia, nos ha dado dones diferentes para hacer bien determinadas cosas…’”
Para cumplir con nuestra función en el cuerpo Dios nos ha dado dones y esos dones espirituales son expresiones de la gracia de Dios en acción.
Así que aquí entramos a nuestro tercer punto: Llamados a servirle
Mi vida, mis dones no son míos, son para crecimiento y fortalecimiento del cuerpo.
. No son para presumir, sino para edificar.
. No son para guardarlos, sino para usarlos.
. No son iguales en todos, porque Dios reparte de manera diversa y sabia.
. Nadie tiene todos los dones, pero todos tenemos al menos 1 don.
Y lo que cada uno aporta, completa la vida del cuerpo de Cristo.
Imagina un mosaico de colores.
Una pieza sola puede parecer insignificante, pero cuando todas las piezas se colocan juntas, forman una imagen hermosa.
Así son los dones: por sí solos parecen pequeños, pero unidos muestran la obra completa que Dios está haciendo en la iglesia.
En esta lista el apóstol Pablo menciona 7 dones, y nos dice como debemos usarlos:
· Si Dios te ha dado el don de profecía, que es tomar la palabra de Dios y con la guía del espíritu santo estudiar, entender y trasmitir para dar dirección, ánimo y claridad a alguien que lo necesita. Así que, si tienes este don, dice habla con toda la fe que Él te ha dado.
· Si tu don es servir, es cubrir necesidades prácticas, y necesidades hay muchas en la iglesia, no esperes a que te lo pidan, sino mantén tus ojos abiertos para allí donde te necesitan, darte.
· Si tu don es enseñar, el que ayuda a entender la Palabra y crecer espiritualmente. hazlo con paciencia y amor. Tus enseñanzas ayudan a que otros crezcan en fe y conocimiento de Dios.
· Si tu don es animar, que tu oído este atento a escuchar y a levantar el ánimo del que lo necesita
· Si tu don es dar, hazlo con generosidad. El cuerpo necesita de tu tiempo, de tus recursos y de tu amor.
· Si tu don es liderar, es guiar al cuerpo con responsabilidad y sabiduría. Liderar no es buscar reconocimiento, es guiar a otros hacia la voluntad de Dios.
· Si tu don es mostrar bondad y misericordia, Hazlo con alegría. Que tu actitud sea un reflejo del amor y la gracia que tú mismo has recibido.
Y si no has identificado aun que don tienes, la única manera de hacerlo es sirviendo en la iglesia, solo así podrás encontrar aquello que puedes hacer bien, que no es una carga para ti sino que es algo que haces con alegría, con gozo y luego, crece en tu don, busca maneras de hacerlo mejor, y cuando creces en ese don todo el cuerpo crece.
La gracia que recibimos no es para quedárnosla; Jesús continúa diciendo a sus seguidores, lo que les dijo a sus discípulos cuando les envió: recibisteis de gracia, dad de gracia.
Eres parte del cuerpo, el Señor se sirve de cada uno de nosotros para edificar su iglesia y con ello dar la gloria a Dios.
Dedica tu vida a lo eterno, el apocalipsis dice que el Señor vendrá por su iglesia y se desposará con ella, esto habla del valor eterno de la iglesia, y cuando invertimos nuestro tiempo y recursos en lo eterno, estamos poniendo la mira en las cosas de arriba.
CONCUSIÓN
Pablo nos ha recordado hoy que la iglesia es un cuerpo vivo lleno del Espíritu Santo.
Ese cuerpo tiene diversidad en unidad: como en nuestro propio cuerpo, cada parte tiene su función, y ninguna sobra.
Ese cuerpo vive en interdependencia: nos pertenecemos unos a otros, porque lo que uno hace o deja de hacer impacta en todos.
Y ese cuerpo se fortalece cuando respondemos con nuestros dones, poniéndolos al servicio de los demás con fe, generosidad y alegría.
El título de este mensaje era ‘Un cuerpo, muchos dones’. Y esa es la realidad de la iglesia: un solo cuerpo en Cristo, pero muchos dones repartidos por gracia, para complementarnos y para glorificar a Dios.
Así que hoy quiero invitarte a una decisión muy práctica:
· Reconoce tu lugar en este cuerpo.
· Abraza tu responsabilidad hacia los demás.
· Y pon tu don en acción, porque la iglesia te necesita y Cristo es glorificado cuando lo haces.